De acuerdo a una nueva investigación, los alimentos que combinan grasas y carbohidratos, como las donas, nos engañan para que pensemos que tienen más nutrientes de los que realmente tienen, lo que lleva a comer en exceso.
Los alimentos muy procesados regularmente consisten en carbohidratos cocidos en grasa y recubiertos o aromatizados con azúcar y confunden el sistema de recompensa que nos dice lo que debemos comer.
Según una nueva investigación de la Universidad de Yale, estos alimentos tienen efectos más fuertes en el sistema de recompensa del cerebro, lo que nos lleva a comer en exceso y a elegir comida chatarra en lugar de refrigerios más saludables.
Los descubrimientos de la Universidad de Yale arrojan luz acerca de cómo la industria de alimentos procesados se aprovecha del ansia humana de dietas poco saludables.
Si en algún momento te has encontrado deseando una banana en lugar de tu bolsa de papas fritas habitual para acompañar tu sándwich en el almuerzo, entonces has sentido el sistema de tu cerebro para asegurarte de obtener los nutrientes que necesitas en el trabajo.
El problema es que los alimentos modernos altamente procesados contienen más grasas y carbohidratos combinados de los que nuestro cerebro sabe qué hacer con ellos.
Así que el sistema que regularmente nos dice que elijamos una banana rica en potasio en lugar de papas fritas, nos da luz verde para los alimentos pesados pero pobres en nutrientes.
El nuevo estudio encontró que estaban dispuestos a pagar más por alimentos que combinaban grasa y azúcar.
De acuerdo a los autores del estudio, los participantes fueron muy precisos a la hora de estimar las calorías de la grasa y muy pobres a la hora de estimar las calorías de los carbohidratos.
Los hallazgos, publicados en la revista Cell Metabolism, apoyan la idea de que este tipo de alimentos secuestran las señales innatas del cuerpo que gobiernan el consumo.
Los participantes del estudio se sometieron a escáneres cerebrales mientras se les mostraban fotografías de bocadillos familiares que contenían principalmente grasa, azúcar o una combinación de ellos. Se les dio una cantidad limitada de dinero para pujar por ellos.
Los investigadores dijeron que nuestros antepasados cazadores-recolectores comían principalmente plantas leñosas y carne animal.
Los investigadores señalaron: “En la naturaleza, los alimentos ricos en grasas e hidratos de carbono son muy raros y tienden a tener fibra, lo que ralentiza el metabolism”.
Por el contrario, es muy común que los alimentos procesados tengan un alto contenido de grasas y carbohidratos.
Pero los alimentos procesados como las donas, que podrían contener 11 gramos de grasa y 17 gramos de carbohidratos, sólo existen desde hace 150 años, no lo suficiente como para que podamos desarrollar una nueva respuesta cerebral a ellos.
Los científicos creen que nuestra experiencia pasada con las propiedades nutritivas de los carbohidratos libera la dopamina química en el cerebro a través de una señal metabólica aún desconocida.
Este tipo de señales parecen ayudar a regular qué y cuánto comemos.
Los investigadores creen que la activación simultánea de las vías de señalización de grasa y carbohidratos lanza un efecto que el cuerpo humano no ha evolucionado para manejar.