El impacto cada año de la gripe en morbimortalidad es enorme, por lo que se ha constituido en un problema importante de salud pública en el mundo.
Las anuales epidemias estacionales de gripe se encuentran asociadas a una tasa considerable de hospitalización y mortalidad, así como también a una demanda muy alta de recursos en salud.
Cuando se habla de las manifestaciones clínicas, los criterios para el diagnóstico de la gripe son los siguientes: tos, dolor de garganta, aparición brusca de fiebre alta y dolores de cabeza.
Cuando se habla de las manifestaciones clínicas, los criterios para el diagnóstico de la gripe son los siguientes: tos, dolor de garganta, aparición brusca de fiebre alta y dolores de cabeza.
El cuadro puede desaparecer en tres días, pero un porcentaje bajo presenta fiebre y progresiva dificultad respiratoria que va más allá de esos tres días. Por lo regular, una minoría sufre dificultad respiratoria y neumonía viral primaria.
La población que más se ve afectada es la de los adolescentes y los adultos jóvenes, apuntando con especial gravedad en algunas mujeres embarazadas o en posparto y en obesos. En cuanto a los niños, el crup -es decir, cuando hay una inflamación alrededor de las cuerdas vocales-, y la bronquiolitis son frecuentes formas de presentación aunque por lo general predomina el virus respiratorio sincicial.
La prevención siempre es la mejor herramienta
Para personas de alto riesgo, la vacunación anual es una medida recomendada, entre los que sobresalen las embarazadas, los adultos mayores de 65 años y personas que padecen algunas enfermedades crónicas -como asma, supresión inmune, diabetes, asma y afecciones respiratorias o renales, entre otras-.
La vacuna es una intervención efectiva para prevenir la gripe y sus complicaciones, en especial por excitación de las enfermedades preexistentes y neumonías.
En las personas con buen estado de salud se ha calculado que la vacuna puede tener una efectividad del 65 al 85 %. En aquellas personas que padecen enfermedades crónicas o son mayores de 65 años, la efectividad está ubicada entre el 30 y el 40 %.
Pero lo más importante y fundamental es que se pueden evitar la mayor parte de las complicaciones graves: el 80 % de las muertes y del 45 al 60 % de las hospitalizaciones.
En la actualidad, muchos países tienen en marcha programas de inoculación para gripe, neumococo, difteria y tétanos.
Sin embargo, a pesar de todo el progreso realizado, una gran cantidad de naciones todavía no ha podido obtener el máximo potencial alcanzable de estas intervenciones.